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Otra ía - Otra ida

Las personas cuya vida parece deslizarse con gracia y genialidad ¿cómo lo hacen? No es un secreto que detrás de vidas luminosas de muchas personas hay un trabajo personal, acompañado por un terapeuta.
Terapeuta Ines Valentin

Hay momentos en la vida en los que nos quedamos estancados, en los que no somos capaces de ir más allá, en los que tenemos la sensación de que no podemos más.

Y es cierto: no podemos más con la carga de llevarlo en soledad. Pero con ayuda profesional que nos aporte otro ángulo, otra perspectiva desde la cual contemplar y analizar nuestras situaciones, ¡todo parece tan distinto! Lo parece y lo es.

Es radicalmente distinto.

Primero, porque, cuando nos relajamos, obtenemos un mejor riego cerebral, lo cual equivale a infinitas posibilidades más de conseguir ideas creativas para resolver nuestra situación. Y segundo, porque la sensación de entregar nuestro problema a alguien experto, nos alivia de una carga demasiado pesada que ya no éramos capaces de llevar.

Pedimos ayuda para reparar el fregadero, el enchufe, el coche, el ordenador… ¿Por qué no pedirla para que seamos capaces de reparar nuestra mente o nuestro software cuando la situación lo requiere?

Sobre mí

Soy Inés Valentín y mi función es acompañarte en esos momentos duros, darte la mano y mostrarte cómo eres capaz de encontrar la forma de salir de ahí

Porque, aunque ahora no seas capaz de verlo o nunca lo hayas experimentado, la posibilidad de salir de ahí ¡existe! No nos engañemos, yo no voy a sacarte de tu apuro, pero te voy a dar la mano y a señalarte el camino para que lo puedas hacer tú.

Eres muy capaz de hacer muchas cosas, pero desde tu propia visión no te puedes ver desde fuera. Por lo cual, la visión de alguien que lo vea por ti es impagable.

Te voy a acompañar a descubrir con curiosidad lo que eres capaz de hacer con tu vida y lo que pasará con tu colaboración consciente e inconsciente.

Soy bilingüe francesa y mi nivel de inglés es alto.

Terapeuta Ines Valentin

¿Te gustará saber qué me movió a crear este proyecto?

Cuando tenía 14 o 15 años, un día me quedé a dormir en casa de una amiga. Cuando iba a acostarme, me pregunté: ¿tengo que seguir llorando aquí igual que hago en mi casa? La pregunta tenía sentido porque yo llevaba dos meses llorando cada noche. Había días en los que me preguntaba: ¿por qué desde hace dos o tres meses cada noche me atrapa esta llorera?

Mi ruptura amorosa con mi primer amor tuvo lugar dos años después de conocerlo. Para mí fue un cataclismo. Yo tenía 20 años. Él tenía su novia oficial y yo era la segunda. Un día me dije: no puedo seguir siendo el segundo plato y, con todo el dolor de mi corazón, le pedí que escogiera. El resultado fue que la relación se acabó. Fue devastador y estuve seis años emocionalmente muerta.

Un buen día decidí que no podía seguir así y contacté con un terapeuta con el que estuve trabajando entre dos y tres años.

Durante esta época empecé a inscribirme a cursos, solo por el placer de aprender. Realicé un curso de Chacras de siete meses: un mes por chacra; luego, un curso de Shiatsu, todo ello con la intención de hallar una manera de entender o de encontrar soluciones. Era como si husmeara algo, pero en realidad no sabía exactamente qué era lo que estaba buscando. Esa investigación, que sentía necesaria pero que no tenía un objetivo claro, duró varios años.

A los 33 decidí ir a una terapeuta floral y me maravillé con los efectos que producían las flores. Y entonces decidí aprender y me apunté al primer curso. Esto fue a finales del 2005. Cuando hice el primer curso de Flores de Bach, recibí mucha información; tanta que tardé un par de años en asimilarla. Durante esos dos años, en un momento me dije: no había pensado utilizarlo para nadie, pero ¿y si pudiera utilizar lo que he aprendido hasta hoy para otras personas, porque a mí me ha ayudado, me ha transformado y me ha servido mucho? Me acababa de dar cuenta de que eso de que la gente no cambia no era cierto, que si pones interés puedes cambiar interiormente para sentirte mejor.

Dos años después estudié los cursos de Flores de California y más adelante de las Flores de Australia. Y no podía parar de aprender. Me daba cuenta de que, a menudo, muchas flores están en muchas personas o en mí. Todos tenemos una parte de cada flor, decía uno de mis profesores. Ahora las flores han pasado a ser una parte de mí, tanto que en cada situación con la que me encuentro yo u otras personas a mi lado, sé cuál sería la flor ideal para la misma.

Seguro que lo que voy a seguir contándote sobre mí te va a sorprender…

Un buen día, hace unos 12 o 13 años, llegó hasta mí una “contra” de La Vanguardia sobre Christian Flèche en la que hablaba de los riñones. En aquel momento, yo tenía un problema renal y me interesé por la Descodificación Biológica. Así que empecé a estudiarla. En el primer módulo me di cuenta de que aquella formación estaba respondiendo a una pregunta que yo me hacía desde que estudiaba Flores: ¿de dónde viene el síntoma, el problema? ¿Por qué a una persona le pasa algo en concreto? ¿Por qué cada uno somos distintos? Y la Descodificación Biológica me dio estas respuestas.

Después conocí a una chica con la que me volví a encontrar dos años más tarde en una charla. Y hablando con ella me contó sobre Theta Healing y me pareció tan raro, tan surrealista, imposible y curioso que me llamó mucho la atención. Sobre todo, porque no era algo terrenal, sino que era algo que estaba más allá de lo físico. Y atrajo mucho mi curiosidad por lo extraño que era.

Así que empecé a buscar información para formarme en Theta Healing y encontré a una mujer con la que me formé. Cuando empecé el curso recuerdo que en mi pensamiento no había más que frases como: no sé qué voy a aprender o a descubrir… pero tengo curiosidad por descubrirlo. Y aquello fue el principio de mi despertar espiritual. Antes de esta experiencia, mi pensamiento era: yo vivo en la faz de la tierra y lo que haya allá arriba no tiene nada que ver conmigo; pero, después de formarme en Theta Healing me di cuenta de que hay un más allá muy poderoso y con muchas posibilidades. De tan vasto que es, me cuesta abarcarlo con mi mente. Y con este descubrimiento que me tuvo en vilo durante bastante tiempo, me metí en el mundo espiritual. Y ahora sé que me gusta rascar para ver lo que hay debajo, de hecho, esto lo sé desde los 23 años.

Ahora me estoy formando en el Método Thor y también se adecua a lo de rascar. En Descodificación Biológica aprendes a relacionar lo que tiene que ver la emoción con la parte física o viceversa, y en este curso se trata de basarse en las creencias y la personalidad de las personas, sin contemplarlo desde el punto de vista fisiológico o corporal, sino desde un punto de vista emocional, psicológico y mental, que me apasiona.

Volviendo al principio, recuerdo que, cuando todavía estaba estudiando el curso de Chacras me preguntaron por qué quería estudiar aquello. Y me sorprendí de mi respuesta. Dije: porque me gustaría poder aplicar todo lo que pueda aprender, sobre todo en animales, no solo en humanos. Por eso estudié en su día asistencia veterinaria, por eso trabajé en una peluquería canina y hace pocos años estudié Comunicación Animal. Ahora colaboro con una colonia de gatos de la calle, son unos 35. Me dan vida, felicidad, amor incondicional… son maravillosos.

Terapeuta Ines Valentin
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EL DETONANTE FINAL

Yo tendría 21 o 22 años y mi gran amor, Manu, me llamó por teléfono. Recuerdo que era un lunes por la tarde, antes de cenar. Descolgué ilusionada por si era él y al escuchar su voz, me sentí con ganas de respirar profundo. ¡Era tan feliz escuchándole! Y de repente, todo se torció. Su voz no sonaba como los demás días, estaba como serio, seco, nervioso.

Yo tenía ganas de hablarle, de proponerle un plan chulo para el finde, cuando de repente escuché mi nombre que sonaba en tono grave.

– Inés te llamo porque… porque… porque…

Ahí, mi corazón empezó a acelerarse, me di cuenta de que algo iba mal; mejor dicho: algo iba muy mal. Y mis peores sospechas se confirmaron cuando escuché de fondo, bien nítida, la voz de su novia gritando: ¡que se lo digas, que se lo digas, díselo!

¡No pintaba mal, pintaba remal! Mi taquicardia ya era más que evidente y empezaba a faltarme la respiración. Todavía no había escuchado su sentencia final, pero mi cuerpo ya se había dado cuenta de que iba a ser nefasta, fulminante.

– Mmm… te llamo para decirte que prefiero estar con ella.

No dije nada. Tuve el tiempo justo de colgar el auricular, mientras en mis oídos crecían unos zumbidos intensos y cada vez más abrumadores. Me apoyé en la pared porque me di cuenta de que me iba a caer y así, con los últimos atisbos de conciencia que me quedaban, empecé a deslizarme hacia el suelo.

Me desmayé, perdí el conocimiento durante un tiempo, no puedo precisar cuánto, ya que los teléfonos de entonces eran fijos y no tenían registros horarios.

Inés valentín

Muchos años después, cuando estaba en Descodificación Biológica, en un curso sobre alimentación, realizamos un protocolo sobre aguantar-resistir, que es la función que tiene la glucosa en sangre.

Volví al momento de la última llamada de Manu y me di cuenta de que fue ahí cuando necesité tener un suministro constante de azúcar, que yo suplí con Coca-Cola. Y, al tomar consciencia de ello, desde ese mismo día, dejé de beber este refresco.

Entré en un túnel oscuro. Pasaron los meses y algunos años, y al ver que no conseguía recuperarme del todo del trauma, busqué ayuda. Empecé a trabajar con mi primer terapeuta, a los 26 años. Un día, después de una sesión, le daba vueltas a la cabeza a una expresión que había usado el terapeuta: “Pulsión de muerte”. Salí de su consulta algo trastocada y, cuando estaba a punto de subirme a la moto, noté una sensación como si algo pasara en mi corazón y fue como si mi corazón partido dejara de estarlo; era como si se hubiera recompuesto, como si se hubiera reconstruido entero otra vez. Y supe en aquel momento que algo muy importante para mí se había sanado en aquella sesión.

Tiempo después descubrí el Kintsugi, el arte japonés de reparar las fracturas de las piezas de cerámica con oro. Y pensé que en el fondo, las sesiones de terapia tenían esta función: reparar las cicatrices embelleciéndolas, transformándolas en algo artístico. Ya que iban a estar ahí siempre, ¿por qué no transmutarlas en algo hermoso?

Y este ha sido mi recorrido a través de mis desiertos, disgustos, traumas y dolores hasta llegar a aprender cómo sanarme; y a lo largo del mismo, he adquirido las habilidades necesarias para ello.

Lo cual me ha llevado a completar mis estudios y mi experiencia para llegar hasta la situación actual:
igual que puedo comprender el origen de mis conflictos, físicos, emocionales o espirituales, y con ello aplicarme lo necesario para sanarme a mí, también puedo hacer lo mismo para otras personas y acompañarlas en el camino de su propia sanación.

¿Y cómo saber cuándo ha llegado el momento?

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Si sientes que no puedes más.

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Si tienes problemas para conciliar el sueño o te despiertas en medio de la noche.

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Si te das cuenta de que el estrés te está consumiendo y no se te ocurre ninguna solución mejor que acudir a sustancias que te puedan ayudar, ya sea un café, una copa o algún estimulante químico.

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Si te das cuenta de que tu vida va cuesta abajo pero no te ves capaz de frenar la caída.

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Si sientes que tus relaciones te decepcionan una y otra vez y no entiendes el porqué.

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Si has tropezado demasiadas veces con la misma piedra de manera que la piedra y tú ya os conocéis demasiado, pero ninguno de los dos sois capaces de salir del bucle.

Hay una gran cantidad de motivos y causas por los que pedir ayuda sale infinitamente más rentable
que seguir manteniendo la situación hasta que acabe pudriéndose (gangrenándose).

Te pondré como ejemplo el caso de una mujer de 33 años, con anorexia desde los 13-14 años a la que atendí. A la edad de 33 años solo había menstruado pocos meses en su vida. Sufría porque sabía que nunca sería madre. En la actualidad, además de recuperar un peso más o menos normal de 50kg, ya tiene dos hijos y sigue menstruando. El punto de inflexión respecto a su peso llego el día en que entendió la mirada de los otros y se vio a sí misma demasiado delgada.

Cuando no tenía ni idea de lo que significaba ir a terapia, pensaba que…

  • Era para personas que estaban taradas, solo que después descubrí que algo por arreglar, algún aspecto cuyo funcionamiento deja bastante que desear, lo tenemos todos.

  • Era para personas que tenían poco trabajo, y después descubrí que la terapia te permite volverte muchísimo más eficiente, ya que no pierdes tanto tiempo en sufrimientos inútiles como las personas que se resisten a trabajar sus conflictos.

  • Era para los que dan demasiadas vueltas sobre un asunto en su cabeza; y luego descubrí que enterrar la basura debajo de la alfombra para no querer pensar más en ello, tiene consecuencias nefastas.

  • Era para los que dan demasiadas vueltas sobre un asunto en su cabeza; y luego descubrí que enterrar la basura debajo de la alfombra para no querer pensar más en ello, tiene consecuencias nefastas.

  • Era para los que tenían la “manía” del autoconocimiento; y al final me di cuenta de que para funcionar por esta vida y disfrutarlo no te queda otra que saber quién eres y cómo vas a expresar tus talentos de la mejor manera.

  • Era para personas que solo querían revivir el pasado y me di cuenta de que el pasado hay que revisitarlo para sanar el presente.

"El camino de la Felicidad es Descubrir mi Yo en cualquier Evento"

Te invito a que imagines cómo sería si…

Terapeuta Ines Valentin

Cuando sientes que no puedes más, que has tocado fondo, que tu vida te aplasta, tuvieras los conocimientos necesarios a tu disposición para darle la vuelta a la situación y convertirla en algo a tu favor, aprender de ello y salir reforzada.

Terapeuta Ines Valentin

Tus relaciones fueran más satisfactorias de lo que son ahora y supieras dónde y por qué has fallado en las anteriores y saber cómo puedes conseguir que las de ahora sean más sanas.

Terapeuta Ines Valentin

Cuando sientes angustias por situaciones que no sabes cómo gestionar, tuvieras las herramientas para enfocar el asunto desde un ángulo completamente distinto que te abriera posibilidades diferentes.

Terapeuta Ines Valentin

Pudieras idear cualquier proyecto y supieras que este va a tener posibilidades de ver la luz; a veces, quizás de manera menos grandiosa de lo que te gustaría; a veces, tal y como lo planeaste.

Terapeuta Ines Valentin

Dejarás de percibir lo nuevo como amenaza y pudieras percibirlo como oportunidad de aprendizaje y crecimiento con curiosidad. Solo este cambio de postura mental significaría un antes y un después en tu vida que ahora no eres capaz ni de imaginar.

¿Todavía crees que el sufrimiento es obligatorio?

Dice el dicho que “No hay peor ciego que el que no quiere ver”. A menudo, ante nuestro sufrimiento, nos convertimos en ciegos voluntarios, por la creencia de que ver la causa de lo que nos sucede va a ser tan doloroso que quizás no podamos resistirlo. Jamás es así. La mayoría de las personas, cuando abren los ojos y se enfrentan a su realidad, acaban exclamando: ¿Por qué no vine antes, que me hubiera ahorrado mucho sufrimiento?

Así lo relataron las dos mujeres de las que te hablo a continuación: Una era una mujer joven que después de trabajar conmigo encontró la motivación interior para tener ganas de cuidarse más, sin tener dificultades para despertarse pronto y salir a correr. La otra era una mujer jubilada con problemas en la piel de la planta de los pies. Sentía quemazón tras caminar poco tiempo. Con una sola sesión esa sensación desapareció para no regresar.

Deja que antes te haga una pregunta sobre algo que es demasiado común:

¿Sabes lo que significa vivir en Referencia Externa y qué consecuencias tiene para tu salud y bienestar?

La Referencia Externa es usar algo externo para darte valor a ti (una pareja, una amistad, objetos personales, rango profesional, título académico, posición económica…).

Eso significa que ocultas tu verdadero Yo bajo ese estatus externo, o bajo esa capa de objetos que brillan, con lo cual tú no puedes ni mostrarte ni valorarte de forma profunda y total. Y tampoco permites que los demás lo puedan hacer, porque nadie te ve a ti, solo ven tu brillo postizo.

La inseguridad personal es la causa principal de que una infinidad de humanos acabe cayendo en esta trampa. El problema es que se vuelve un círculo vicioso. Cualquier objeto que brilla te parece más interesante que tu propio yo y por eso lo colocas delante, te ocultas detrás de él, intentas mimetizar tu imagen con él. Y los demás, si no quieren esforzarse en mirar qué hay debajo, se quedan con lo que tú pretendes mostrar. El drama es que así jamás te verán a ti y la terrible consecuencia es que jamás podrán amarte a ti, como mucho se van a deslumbrar con tus brillos externos. Y eso no puede llenarte jamás. Y ni tú mismo serás capaz de verte, porque te estás minimizando.

Esta es una de las causas de sufrimiento más comunes y más invisibles con las que me he encontrado, pero no te desanimes, ¡hay muchas más! Y para todas ellas existe una explicación y un camino.

Solo como ejemplo te contaré lo que sucedió con una mujer a la que vi en mi consulta. Ella tenía 40 años y era coleccionista desde los 8. Cuando se dio cuenta de que su propio valor lo había desplazado a su colección, sanó la herida que la había acompañado durante 40 años y se deshizo de toda la colección sin ningún remordimiento.

¿Qué estás dispuesta a soltar y a modificar?

Está claro que para salir de esta cárcel de barrotes de oro en la que te has metido tendrás que soltar algo, como mínimo, el hábito de mostrarte a través de lo externo para conseguir mostrarte desde ti.

Ya te garantizo que soltar, aunque sea basura, a menudo cuesta. Tenemos una tendencia a retener, a no querer perder nada, aunque lo que deberíamos soltar sea un lastre importante en nuestras vidas y la causa de la mayoría de nuestros sufrimientos.

Si no conoces la causa que origina tu malestar, difícilmente puedas hacer nada para paliarlo. Recuerdo a una mujer de 58 años que tenía que someterse a una operación, pero los médicos se resistían pues su tensión arterial era demasiado alta.
A pesar de tomar muchas pastillas al día, el problema seguía presente.

Tras tomar una combinación de flores, ¡durante tan solo 15 días! Su tensión se regularizó y la pudieron operar.

Y como ejemplo, una mujer italiana a la que traté y que era fumadora de toda la vida. Dejó de fumar durante 3 años, hasta que tuvo un problema médico grave (detección de cáncer de ganglios).

Primero hay que verlo y a menudo estamos ciegos para mirar algunos ángulos de nuestra vida (es un sistema de protección que tenemos para evitar el sufrimiento). Esto es un autoengaño, porque lo cierto es que el sufrimiento de mantenernos a ciegas es mucho mayor. Y aquí viene mi tarea: ayudarte a ver, a comprender y a soltar. A tu ritmo, sin grandes empujones, solo un pequeño empujoncito en cada sesión deberíamos soltar sea un lastre importante en nuestras vidas y la causa de la mayoría de nuestros sufrimientos.

La rara costumbre de relacionar el sufrimiento con las perspectivas, que marca la diferencia cuando en tu vida algo se derrumba…

Imagina que estás sola y atrapada dentro de un salón. Enfrente tienes una puerta por la que has intentado salir, pero está cerrada. Te has sentado cerca de ella y no dejas de mirarla, esperando a ver si llega alguien que la abre y puedes salir de ahí.

Mi función sería invitarte a levantarte de tu silla, a darte la vuelta y a observar el resto del salón a fin de que te dieras cuenta de que, en la esquina opuesta de la sala, existe un ventanal bastante amplio por el cual te resultaría fácil salir al exterior.

Sufrir es opcional. Y si alguna vez me han llamado la Mckgyver del sufrimiento ¡será por algo!

¿Puedes recordar algún resentimiento, dolor, pena o sufrimiento de más de cinco años que todavía esté vigente en ti? Me refiero a uno de aquellos que, cuando lo rememoras, todavía se te despierta la rabia, la impotencia o la tristeza.

Terapeuta Ines Valentin

Catorce años llorando en silencio

Recuerdo una paciente mía con la que trabajamos la muerte de su bebé de diez meses, que había sucedido catorce años atrás, cuando ella tenía veinte años. Cada vez que salía el tema del bebé, ella lloraba. “Igual que el primer día, me decía… el dolor sigue ahí, igual de intenso”. En los catorce años no había sido capaz de pronunciar el nombre de su hijo ni una sola vez. Y además se negaba a quedarse embarazada por miedo a volver a sufrir tanto. En la sesión pudo decirme el nombre de su hijito, llorando, por supuesto. Me contó que se llamaba César.

Luego hicimos un duelo para que pudiera despedirse de César y decirle todo aquello que necesitara. Lo hizo llorando, con profundos sollozos. Cuando terminamos la sesión estaba especialmente serena.

Unos meses más tarde, me llamó para decirme que ya no lloraba cuando pensaba o hablaba de su hijo y que estaba tan feliz que había conseguido plantearse la posibilidad de quedarse embarazada. De hecho, -me dijo con voz muy alegre-, ¡estoy de cuatro meses!

Hablemos de nuestros peludos

Terapeuta Ines Valentin

¿Sabías que la relación que se establece entre un animal y un humano que conviven acaba siendo tan estrecha que al final el animal somatiza los problemas que le suceden al humano?

¿Sabías que, cuando trato a un animal, el tratamiento conlleva trabajar con su humano porque, de lo contrario, no se acaba de resolver el problema? Es un poco como lo que sucede entre padres e hijos: si los hijos pequeños tienen problemas, normalmente trabajamos con los padres, especialmente, con la madre; porque los críos, con su síntoma, no hacen más que amplificar el sufrimiento materno. Pues los animales se comportan igual. Y al final tendrás que preguntarte: ¿qué tengo que aprender de mi peludito? ¿Qué me está diciendo sobre mí con este síntoma o comportamiento?

Pandora era una gata de color gris muy guapa, pero con muy mal carácter. Era una pantera con forma de gato. La tuve que sacrificar a los 7 años por un tumor en el hígado. Poco tiempo después fue cuando adopté a Jaro y me hizo pensar mucho el hecho de que el carácter de cada uno era tan distinto. El gato es juguetón, cariñoso, le gusta mi compañía y se deja cuidar, querer y acariciar. Yo eso lo traduje como que había habido un cambio interno muy profundo en mí, en el que la agresividad o el sentirme atacada había desaparecido.

Conocí a una mujer que no superaba la muerte de su marido. Había ido a terapia, pero no avanzaba. Ella no entendía por qué estaba tan triste por la muerte de su marido cuando en realidad ya no lo quería y la relación de los últimos tiempos era muy fría. Averiguando, vimos que dos o tres días después de la muerte de su marido, su gato murió atropellado y ella no había hecho el duelo del gato. Su tristeza era por el gato, no por el marido. Hicimos el duelo por el felino y ella pudo desprenderse de su profunda tristeza.

El alambre, la muerte y la resiliencia

Te voy a mostrar con un ejemplo de mi propia vida, cómo se puede leer cualquier situación hasta sacarle todo el jugo y el aprendizaje que te puedas llevar. Cuando aprendes a vivir así, lo entiendes todo mucho más y sufres bastante menos.

Trabajé durante 24 años con alambres. Y cuando se terminó mi tarea con este material me pregunté qué había aprendido de él, si había alguna cosa del alambre que me pudiera llevar a mi vida. Y aquí van algunas perlas que descubrí.

Su producción es continua, los hornos deben estar en marcha: mi horno de desdichas, traumas, disgustos, tristezas se iba recalentando sin parar y con el tiempo se quemó. Este estar en marcha lo tuve que resignificar de otra forma: mi horno debe estar en marcha para depurar esos traumas y desdichas, y transformarlos en unas cenizas que puedan servir de abono a lo bueno que está por llegar.

El alambre parece duro, pero retorcido acaba por romperse. Lo retorcido no es sano, hace perder la cabeza.

El alambre hace posible cosas sencillas y también muy complicadas que no se valoran, pero forman parte de nuestro entorno diario sin darnos cuenta. El alambre sostiene cosas delicadas y cosas muy de base, como los cimientos de un edificio (las bases de la personalidad) que al mezclarlo con el hormigón se hace más resistente todavía.

La función del alambre es unir partes lógicas, pero haciendo posible que se muevan independientemente o juntas, como nuestras vivencias que están relacionadas con una o varias creencias, que parecen inconexas, pero entre las que hay un hilo conductor.

Su rigidez, debe ser ni mucha ni poca: si es mucha me resisto a aceptar que debo cambiar algo y si es poca me convierto en una malla que deja pasar lo que quiero y lo que no quiero. Su flexibilidad tiene un límite, la fatiga que sufre al funcionar acaba pasando factura. El alambre puede formar vallas de protección, de mí hacia el exterior y también del exterior hacia mí. ¿Qué me ha impedido esa valla? ¿Qué no ha podido llegar a mi vida?

El alambre puede soportar mucha tensión (invernadero), parece que no lo hace, pero la soporta las 24 horas y en cualquier momento llega una fuerza imprevista que lo desmonta todo.

Algunos alambres tienen la capacidad de volver a su posición inicial (Resiliencia), siempre se recuperan. Pero antes han tenido que pasar por procesos (de vida) muy duros soportando un trabajo sin descanso.

Si yo paro en mi vida, ¿en qué punto del alambre estoy? cuando hay una soldadura de 2 trozos de alambre, parece muy sólido, pero es el punto más débil de todo el rollo. No hago soldaduras de uniones que son débiles, son reparaciones fuertes. Se trata de dejar morir esa parte de ti para nacer en un alambre recién horneado. Dejar transformarse partes tuyas para sanarlas, a fin de renacer en una existencia más liviana, feliz y con fortaleza.

Testimonios

Mano testimonios Ines Valentin

S.B

Me recomendaron a Inés Valentín en el año 2009 cuando mi cabecita estaba a punto de estallar porque vivía en el pasado y en el futuro, y no sabía vivir en el presente….

No era capaz de parar el ruido de mi cabeza. Estaba en constante movimiento, era un flujo constante de pensamientos, lo cual me producía mucha ansiedad y malestar; la vida se me hacía muy pesada y yo estaba siempre triste y deprimida.

En mi caso había muchos frentes que solucionar e Inés se puso manos a la obra. No podía

abordarlos todos de golpe tal y como yo pretendía. Para ello, primero tuvo que ayudarme a trabajar mi impaciencia. Una vez que consiguió eso, los fue abordando poquito a poco con Flores de Bach, de California y con Descodificación biológica. Las flores me sirvieron para recuperar la calma y trabajar patrones a nivel molecular dentro de mí. Arreglar esos

patrones me permitió cambiar mi comportamiento y actitud frente a la vida. Y lo acabó de rematar con Descodificación biológica, que resultó espectacular para cambiar creencias y sanar las heridas de mi niña interior (yo nunca conseguía llorar y al hacerme la descodificación, no solo me puse a llorar sino también a temblar y pude sacar todo lo que me hacía daño para perdonarme y sanarlo).

Antes de empezar con Inés era bastante escéptica en cuanto a estas terapias pero fue tratarme con ella y pensé que la pena había sido no haberla conocido antes. Es una gran profesional, con gran sentido de la intuición y conexión y acaba descubriendo qué necesitas en todo momento para sanar todo lo que requiere ser sanado.

Estuve muchos años con ella porque yo tenía mucho que sanar, desde el 2009 al 2016. Pero la verdad es que valió la pena. Ahora sé cómo enfrentarme a los envites de la vida y  de los cuáles nunca se sale ileso, pero sí he aprendido a levantarme después de las caídas y seguir caminando con el corazón y la mente en paz.

Flores testimonios Ines Valentin

C.A.D

Estaba bloqueada y enfadada con el mundo y, sobre todo, con mi proyecto que estaba enterrado en un cajón desde hacía cinco o seis años….

Era una novela que había escrito con pasión pero que, por diversos avatares, había abandonado y no me sentía capaz de volver a remontar.

Tuve una sesión con Inés y me preparó una fórmula de flores variadas que empecé a tomar al mediodía al llegar a casa. Al día siguiente por la tarde, como la cosa más natural del mundo, abrí la carpeta en la que estaba la novela y empecé a trabajar en ella, a revisarla y a pensar en editoriales a las que la pudiera mandar.

De repente caí en la cuenta de que lo que había sucedido era algo raro, muy raro. Mi marido llevaba todos estos años insistiendo en que me pusiera con la novela y no había forma, y después de la sesión con Inés y de las primeras tomas de Flores, suavemente, sin casi darme cuenta, ahí estaba.

La llamé para preguntarle si era posible que las Flores hubieran tenido efecto de forma tan rápida y me dijo que sí, que muchas veces en 24 horas ya se notaban los efectos. Después de esta experiencia, he tenido varias sesiones más con Inés y puedo constatar que todas las Flores que me ha dado han surtido un efecto importante, algunas con algo más de tiempo que las primeras, pero en todas he tenido buenísimos resultados.

Mujer caminando testimonios Ines Valentin

CRISTINA M.

En el proceso infinito de comprenderme a mí misma y sanar herida tras herida, Inés hace saltar la chispa que enciende mi propia luz…

Con naturalidad y maestría alumbra el camino que mi inconsciente ya conoce, dejando que sea yo quien lo descubra.

Su mano experta acompaña mi gesto interno, el que me hace asentir a la vida y abrazarla.

Profunda gratitud.

Testimonios Ines Valentin

IOLANDA C.

Siempre que asisto a sus sesiones (que no son pocas) ha demostrado una gran profesionalidad, trato personalizado muy cercano y humano.

Es un amor de persona y una gran terapeuta desde hace muchos años y en permanente formación.

Testimonios Ines Valentin

M. E

Valoro mucho las habilidades de Inés para hacerme salir de los bucles.

Es una terapeuta que tiene muchos recursos y me gusta su forma de trabajar.

Además de los que ya te he ido contando a lo largo de toda mi historia, te dejo aquí, como ejemplo, algunos casos más con resoluciones muy satisfactorias.

  • Mujer de 30 años que en pleno verano llevaba siempre una chaqueta. Tomando una sola flor, dejó de sentir frío y nunca más se tapó en verano.

  • Mujer de 45 años que enjuiciaba a una persona a la que criticaba internamente por no ser capaz de hacer algo; solo ver a esa persona, la alteraba. Pero ella misma se criticaba y enjuiciaba internamente por no saber hacer otras cosas. La flor adecuada le sirvió de espejo de sí misma.

  • Mujer de 40 años que, tras tomar la flor de California Mariposa Lily, su actitud hacia la madre cambio radicalmente, eliminando la agresividad que sentía hacia ella.

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  • La historia de esta perrita llamada Sina fue triste porque su responsable hizo de todo durante dos años con medicación y veterinarios para salvarla. Desde el principio se sabía que su enfermedad no tenía solución. Pero su responsable empezó a ver que la perrita ya no estaba tan alegre, ni con tanta energía, la veía decaer. Se empezó a dar cuenta de que tal vez quería salvarla a toda costa para no perderla, más por él que por ella. Estaba pensando en que tal vez se acercaba el final. La responsable me pidió que contactara con la perrita para saber que es lo que ella de verdad necesitaba. La perrita confirmó que no se sentía como siempre, que ya estaba muy cansada y que ya no quería seguir viviendo. Con mucha tristeza todos nos despedimos de esa perrita que era estupenda. Como siempre son los animales que nos acompañan.

  • Me contactaron por un gato que siempre se subía a dormir a la cama de sus responsables, era un ritual encantador que este gato llamado Faro seguía al pie de la letra cada noche. Pero ya era mayor, tenía 16 primaveras. Sus responsables querían saber que le pasaba al gato desde hacía un tiempo, pues ya no subía a la cama. Faro dijo que no tenía fuerza en las patas para hacerlo y que por eso ya ni lo intentaba. Sus responsables le hicieron una rampa para que Faro pudiera subir con facilidad. Todo volvió a la normalidad, todos los habitantes de la casa estaban felices. El gato estaba bien de salud, solo era la edad, no era nada grave.

  • Hay muchos casos más en los que las Flores, la Descodificación Biológica, una sesión de Theta Healing o una sesión de Comunicación Animal han marcado el antes y el después en la vida de muchas personas y de sus animales.

Solo te he dejado algunos como ejemplo para que te hagas una idea de la variedad de sufrimientos y malestares que pueden ser tratados con éxito mediante estos instrumentos. Me gusta más llamarlos instrumentos que herramientas, ya que los veo más cercanos a un violín que a un destornillador y además crean arte y sanación en las vidas de los que se acercan a ellos.

MANIFIESTO

Tengo claro que la misión de la humanidad entera es vivir el momento en plenitud sin que duela el pasado, ni el presente, ni el futuro.

Creo que hacer un trabajo personal de autotransformación es importantísimo para no hacerse daño, ni hacer daño a nadie, consciente o inconscientemente.

Creo que, al no haber recibido educación emocional, atravesamos los momentos difíciles sufriendo demasiado por sentir que no hay solución para nosotros. El trabajo en terapia aporta esperanza, perspectivas nuevas y reduce el sufrimiento.

Creo que el ser humano está demasiado centrado en su imagen olvidando su interior, que es lo que perdura.

Tengo claro que quien desprecia a los que quieren evolucionar en conciencia, todavía no ha madurado.

Quiero vivir en un mundo en el que la apariencia de felicidad no sea solo una imagen, si no que se convierta en algo con base real.

No creo que ignorar al que sufre lleve a nada bueno.

Mis fortalezas son: tener ganas de descubrir y de sanar las causas profundas de los problemas de cada persona; tengo mucha paciencia.

Creo que los animales nos hacen mejores personas.

Quiero vivir en un mundo en el que valorar lo que hace el otro no sea solo cuestión de dinero.

Quiero vivir en un mundo en donde no se premie la imagen, sino que se aprecie y se ame a quien es buena persona en su día a día, incluso en privado.

Tengo claro que la evolución y la sanación de cada ser humano hace del planeta Tierra un lugar todavía más maravilloso.

Tengo claro que pensar en el bien común es mucho más poderoso de que lo se ve a simple vista.

No creo que competir sirva para evolucionar; la competición crea desvalorización, Evoluciono porque yo lo deseo, no para ser mejor que nadie.

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Terapeuta Ines Valentin

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